lunes, 26 de noviembre de 2012

Las Brujas de Zugarramurdi. últimas fotos...

LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI. fotos y 3.

Increible el trabajo de todo el mundo en esta pelicula. Realmente ha sido impresionante. El barco capiteaneado por Alex me tiene enamorado. Doy gracias cada día por haber vivido ésta aventura, por ser parte de esta joya. Desde los momentos en Navarra, las cuevas, las cientos de extras cantando la canción, pasando por los grandes actores, la dirección de Alex, creando en todo momento.. el equípo.. he disfrutado desde que llegaba con Paco a probarme ropa, con Paola, hasta las magulladoras falsas y maquillajes de lolita.. de todos.. Genial!! Aqui van mas fotos...

Fotos rodaje BRUJAS...

FOTOS Y PURA VITALIDAD EN EL RODAJE DE LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI

la genialidad de Alex nos impulsa a sacar lo mejor de cada uno, y en eso Carlos Areces y Mario Casas son increibles haciendo fotos. los demás también hemos tirado algunas bien chulas. Aquí van algunas, a mi me parecen las mejores fotos de rodaje que he visto.. no sé si soy objetivo. Prometo subir muchas mas, estas son sólo algunas...

Voy a rodar con Alex...

RODANDO CON ALEX DE LA IGLESIA Y EL EQUÍPO MAS VITAL QUE HE CONOCIDO NÚNCA...

El rodaje de Alex está siendo una experiencia brutal en muchos aspectos! Quizás lo que mas me emociona es la generosidad del director, del propio Alex y la vitalidad de mis compañeros. La vida está en cada segundo de rodaje.
Alex vino a  al teatro cuando apenas  nos conocíamos, yo estaba representando GUILLERMITO, un monólogo teatral muy difícil.
En aquel trabajo, al ser un monólogo, me sentía sólo y hasta desamparado por cosas que no vale la pena recordar, pero que yo, con este empeño mío que no sé de donde me sale, me esforzaba cada día por hacer mejor - me encargaba de promocionarlo como podía desde las redes sociales, los amigos y conocidos, me iba a ensayar, repasaba textos, marcas, andaba horas para ir memorizando todo, me metía en el teatro, me entraba el susto, lo superaba, salía al escenario, me entregaba hora y media , volvía a casa y hacía balance cada noche al terminar la obra para mejorarla al día siguiente. Tres meses. Más que teatro parecía la mili, pero aprendí lo más grande.
Aquellos días, mi mochila era que a pesar de notar que para el resto del mundo la obra pendía de un hilo,  mi empeño era no perder la confianza y la fuerza y tirar para adelante. Y la propia obra, mi Guillermito como digo yo, me recompensó y apareció Alex de la Iglesia. Yo guardo muchas de sus películas en mi retina. Y desde algún lugar de mi cabeza, yo soñaba y pedía que algún día me viera actuar.
Al finalizar la función hablamos y me ofreció uno de los papeles de la película. Las Brujas de Zugarramurdi.  Me dijo cosas preciosas de mi trabajo en teatro y por lo que me decía y por como me lo decía, enseguida sentí que estaba al lado de alguien que sabe mucho, mucho.  La sonrisa cómplice de Carolina a su lado, me tranquilizaba un poco los nervios de ilusión que yo tenía en ese momento.
 Los últimos días de GUILLEMITO fueron maravillosos. La obra me había recompensado. No bajé la guardia y me seguí esforzando. Una hora y pico ahí arriba defendiendo la verdad de ese personaje a pesar de los pesares y con la ilusión de Alex en la cabeza.
Y la recompensa sigue, porque, aunque ya queda nada de rodaje, apenas unos días, he aprendido y disfrutado estos meses, lo más grande.
El proceso aún no ha terminado, así que no puedo todavía asimilar lo que ha sido para mí reencontrarme con mi querido amigo Mario. Casas y yo hicimos juntos LA MULA y como si las BRUJAS nos hubieran ayudado, tres años después nos encontramos y todos los problemas de la película para estrenarse se solucionan. Tres años de dificultad para todos y justo ahora se arregla. Detrás está el esfuerzo de otra Alex, Alejandra, curioso.
He rodado muy a gusto con Pepón, como si nos conociéramos de toda la vida, y con todos mis compañeros, Hugo, Carol, Botet, Jaime, Santiago y Carlos, Maca.. todos, para mí es un sueño. De verdad que ha sido una experiencia sorprendente. Que mi admirada desde que tengo uso de razón, Terele Pavez , me cante boleros entre toma y toma es un sueño. Si tuviera que pensar en momentos únicos del cine, estaría seguramente el rostro de Terele-Régula en el primero de ellos. Seguramente cuando acabe realmente la peli y no ahora que estamos aún en plena aventura, podré explicarme mejor.
Admiro la fuerza, vitalidad y genialidad de Alex de la Iglesia. Me emociona fijarme en sus ojos y ver como está imaginando, visualizando, creando, ver con la atención con que mira todo, como ríe y disfruta del trabajo de todos los demás y como se pone exigente y hasta duro. Cuando se pone duro y dice la frases con fuerza a mi me gusta oírlas porque tienen un componente de humor, son frases muy peculiares y pura comedia. Para mí Alex y el equipo de BRUJAS representa el cine en estado puro. Increible experiencia de la que solo tengo un estado de ánimo. Gratitud.
Por ahora, que no tengo palabras, si tengo fotos. Porque si algo nos ha unido, aparte del whasup grupal, son las fotos. Areces y Casas son los genios y los demás hacemos lo que podemos., pero son las fotos de rodaje mas especiales que he visto nunca. Aquí van. 

sábado, 28 de mayo de 2011

EL DESOBEDECEDOR

Hace 3 años empezamos a representar "LA PARTE DEL SOL". Me siento muy orgulloso de aquel texto que escribí y del grupo humano que formamos para sacar la obra adelante. Tras representarla en diferentes salas y cuidándola mucho para que siguiera creciendo logramos lo que la obra se proponía: ver la luz, ver el sol. Que los personajes tuvieran la suficiente fuerza como para pasar de sus oscuridades y lograr su dosis de esperanza. Fue genial.

Ahora, tiempo después, recuerdo con AITOR MERINO el monólogo que escribí para él: "El Desobedecedor". De todos los personajes de "LA PARTE DEL SOL", él era el eje central. Fue el primer personaje que nació y el que, harto de todo, decidía bajarse en el metro de SOL y dejar de ser el ciudadano del que abusaban todos.

Hablo con Aitor y otros compañeros y a todos les parece profético el texto. Yo no creo que sea para tanto, pero sí creo en las causalidades. Así que es un buen momento para dejarlo aquí para quien quiera leerlo. Gracias Aitor.


Obra: LA PARTE DEL SOL de Secun de la Rosa.
Monólogo: EL DESOBEDECEDOR
Interpretado por: Aitor Merino

Yo siempre he sido una persona muy obediente. Y muy responsable. Siempre. Muy obediente, y muy responsable. Si ya en mi bautizo vi la cara de mi madre como diciendo: "ahora cuando el cura te moje, no llores". Y no lloré. Yo siempre así, muy responsable y muy obediente. Si ya en la guardería me ponía el primero en la fila de los niños. Y en cuanto la abrían, iba corriendo como una garcita al pupitre correspondiente a mi apellido. Yo siempre así, muy responsable y muy obediente.

Siempre me senté en la mesa con las manos limpias, siempre usé el cepillo de dientes, siempre el papel de baño para el culo, siempre mi toalla, siempre la misma toalla. Y en la escuela... En la escuela atendía, escuchaba, aprendía, memorizaba y aprobaba. Y jugaba la media hora de recreo en mi zona correspondiente. Nunca transgredí y jugué con niños de otros cursos. Sólo del mío. Siempre fui al mismo instituto y a la Universidad yo fui con el dinero ganado en mi trabajo. Siempre en el mismo trabajo. Y cuando mis padres me dijeron que me abriese el libretón para cuando me casase, me lo abrí. El libretón. Siempre así, muy obediente y muy responsable.

Yo siempre salí los viernes y los sábados. Siempre hasta la una. Siempre llamé a los amigos para quedar. Siempre fui puntual. Siempre y nunca, porque entendí y obedecí lo que me dijeron mis mayores, mis yayos: “siempre para estar y nunca para sobresalir”.

Yo es que fui obediente, sumiso y comprensivo. ¡Si yo no besé a mi novia hasta el año de novios! ¡Si no hicimos el amor hasta que ella quiso y como ella quiso! Ella arriba y yo abajo. En el motel “Avión”.

Me casé, visité a los abuelos, pagué a Hacienda, veraneamos veinte días, nos compramos un coche verde oscuro, tuvimos un hijo, lo lavé y lo cuidé. Al coche verde oscuro.

Yo nunca levanté la voz, nunca, nunca levanté la voz. Sólo cuando el camarero no nos hacía mucho caso y mis padres, y mis suegros, y mi mujer, y mi hijo, me decían: "levanta la voz, levanta la voz" (Levantando la voz) "Camarero".

Yo es que siempre fui uno con mi entorno y siempre pagué las comidas familiares de los domingos. Un par de cines al mes, un musical al año, varios domingos de excursión con las compañeras de mi mujer, varios domingos al futbol con mis compañeros de trabajo, semana santa con los primos, vacaciones con los amigos, nochebuena con los míos, fin de año con los tuyos.

Y mis hijos… Mis hijos como yo: a un colegio público. Pero de los que se sale un poco más tarde para que hagan flauta y natación. Bautizado, confirmado y casado. Pero no a misa, que eso ya sabemos que es demasiado. De izquierdas. Pero socialista. Con algún amigo de derechas, que hay muchos en el trabajo.

Y de repente un día, sin darte cuenta, tu hijo ya va al colegio. El pequeño, tu hijo, ya va al colegio. Y tú quieres que sea como tú. Que obedezca, que sea como tú. Pero el crío ha suspendido cuatro, y te pide que no le castigues. Y tú obedeces y no le castigas. Y tu mujer lo ve y se enfada. Se enfada y castiga al niño. Y tu madre lo ve y se enfada con tu mujer. Y tu madre y tu mujer te miran y se enfadan, y tu padre mira para el otro lado. Y el crío está jugando en la calle porque nadie le ha castigado y cuando quiere dinero se lo pide a tu mujer, porque es ella la que administra. Y tu quieres obedecer, quieres obedecer, pero ahora hay dos leyes. La de tu madre y la de tu mujer.

Y te vas al trabajo. Y en el trabajo te dicen que ahora buscan gente con más capacidad de liderazgo. Y te echan. Y tus amigos de izquierdas ahora tienen casas grandes. Y las quieren conservar. Y tienen miedo de que les roben. Y para que no les roben quieren mas policías y para que haya más policías se hacen de derechas. Y tu mujer se va con uno que tiene casas grandes. Y el crío te coge el coche una noche de borrachera. Y lo estrella. Y tu no sabes que hacer, no puedes castigarle, no puedes hacerte entender, no sabes que hacer.

Y ya no tienes coche verde oscuro, ni amigos de izquierdas, ni mujer, ni trabajo, ni puedes llamar a los demás matrimonios. Y te tienes que buscar la vida... en metro.

Y te metes en el metro para una entrevista de trabajo, de comercial, en la Plaza de Castilla. Te metes en el metro y ves a unos inmigrantes que se cuelan sin pagar. Y te entran muchas ganas de gritar y de decirle al guardia de seguridad: "eh, que se están colando unos inmigrantes sin pagar, hostia puta". Pero respiras profundo y te callas. Porque por un momento te das cuenta que no gritarías por los inmigrantes que se cuelan sin pagar, sino por todas las veces que te la han colado y has tenido que pagar.

Y te metes en el metro para esa entrevista de comercial en la Plaza de Castilla. En el vagón de plástico. Y te sientas. Y te ríes. Porque siempre te ríes. Y decides bajarte en Sol. Voy a empezar a desobedecer.

jueves, 5 de mayo de 2011

BUEN COMPAÑERO.

Aunque ha resultado que la vida ofrece más claros que oscuros y que en el esfuerzo cotidiano por mejorar he ido encontrado mucho amor, también es cierto que quien tuvo, retuvo y que a veces, como un resorte, vuelven antiguos temores.

En mi caso es una especie de sensación de culpa cristiana rarísima. Cómo si yo tuviera la culpa de algo.

Y ya sé de dónde viene. De ese niño que se sentía culpable por sus peculiaridades. Me gustaba dibujar, no bajar al recreo, me gustaba quedarme en casa de mi abuela escuchándola, quedarme embobado en las puertas de los cines y me gustaba inventar películas que dibujaba en folios doblados.

Volvía del colegio del barrio, con mi hermanillo pequeño de la mano, pasando por los mil descampados de aquella Barcelona proletaria, con miedo... (era la época de los navajeros) y llegaba a casa (si encontraba las llaves, que los padres trabajaban) soñando con escapar un día de aquellos “Nou Barris” del extrarradio y conocer el otro mundo. El mundo que se veía en televisión. Niños en la tele que se lo pasaban bien. Nadie les agredía aunque hicieran tonterías.

Un yu-yu mío fue que una vez, tras ver una peli sobre un perro asesino, "Cujo" se llamaba, escribí una redacción chulísima. Yo estaba entusiasmado con la peli y quería contarlo como fuera. Pero en el colegio, un niño de clase se empeñó en que esa redacción no podía haberla escrito yo. Me sentí culpable por hacer algo diferente. Creo que los demás compañeritos y hasta la profesora debieron creerle a él. Me sentí estúpido por escribir sobre King, Cujo y la diva de la serie B, Dee Wallace. Yo era un niño y debía escribir sobre la quinta del buitre.

El caso es que crecí con ese punto de culpa cristiana. Y aunque con el tiempo me he reconciliado con aquellos momentos y agradeceré siempre esa época tan especial donde también hubo mucha alegría y mucho juego, y gracias a la cual ahora me gusta lo mismo un partido de fútbol , un Fellini y un Piraña3d... la culpita, qué se le va a hacer, en algún lugar de mi memoria emocional se quedó.

Así que años después el compañero de colegio que te maltrataba porque no te entendía reapareció convertido en compañero de trabajo. A saber: el otro día andaba yo viendo en la tele una de las primeras pelis en la que trabajé. Le contaba a mi pareja lo divertido de aquel rodaje. Al terminar la película, los actores la comentan en una especie de charla televisada. ¡Qué alegría! ¡Aquello que vivimos se comenta e interesa! Escucho con atención.

De repente el actor invitado a comentar la peli habla de que a él le empujaron y le dieron codazos por salir en plano. ¡Qué cosa tan fea entre actores!, pienso. Nadie le replica. Se escucha al siniestro enjuiciador. Pero al sentarme en el sofá y ver sobre sus palabras imágenes nuestras (de los compañeros y mías) me siento culpable. Culpable por si habla de mí. Por si alguien piensa que fue algún amigo querido el que empujó o fui yo.

Éramos actores primerizos, jóvenes y amigos, pero para mí el compañerismo es lo primero. En ese momento creo que soy el peor, que quizás… que igual pude ser yo ... que yo no fui pero pueden pensar que fui yo... Que la seño y los compis le pueden creer... Mi cabeza empieza a girar buscando la manera de hacerme culpable. Responsable. Como sea. El malo, seguro, pareceré yo. No tengo herramientas, soy débil, raro y diferente. Me culparán a mi.

Pero afortunadamente ahora la vida es otra, soy adulto, mi pareja, mis amigos , mi hermano, mis compañeros, me quieren como soy... ¡He de confiar! Y reviso las imágenes, busco el programa. Me quedo atónito… Minuto 12, más o menos. Miro con atención y no lo puedo creer. Lloro de emoción. ¡El que empuja es él! Veo que me empuja a mí, que empuja a otro, se coloca delante. Otro le hace algo. Miro imágenes de los ensayos y lo mismo. Veo a ese actor que empuja él, que es él el que da codazos. De nuevo la imagen, la verdad, me ha salvado.

Era él el que hacía mezquindades y las ponía en los demás. Un maltratador. Me da igual que sus aduladores, o quienes le escuchan, le crean. Lo he visto. Y creo en mí. Es muy emocionante para mí, es algo pequeño, pero que a mí me devuelve mi inocencia, a lo que soy.

Ni quiero ser el mejor ni el que más tiene, y sobre todo no quiero perderme el respeto ni mi dignidad. Es muy importante para mí ser buen compañero, amigo, novio, hermano e hijo. Eso no quiero que me lo robe ningún navajero, ningún maltratador.

Y entonces recuerdo al de los codazos, diciendo que él es el mejor, le recuerdo malmetiendo con productores para que no elijan a compañeros, le recuerdo metiendo cizaña en ensayos, hablando de cuánto gana y trabaja incluso hinchándose como un pavo delante de quienes arañan un trabajillo y no tienen nada. Le recuerdo insultando, con la boca sucia, le recuerdo el día que me dijo que yo nunca sería nada, le recuerdo hablando mal de todos, inventándose relaciones, alardeando... Compitiendo insanamente por amigos, trabajos, calumniando...

Mi mente se clarifica, disculpo mis errores y hasta los suyos. Recuerdo esa época, jovencísimo, idolatrando a los compañeros, y mi pensamiento se detiene en una imagen. Yo. En aquella época. Seguía trabajando de camarero, en el teatro alternativo, luchando. Mis seres queridos estaban lejos, a los próximos no sabía dejarles que me cuidaran por el dolor de una pérdida. Y ese compañero y algún otro a sabiendas del dolor, evidenciaban mis dificultades. Y pienso: ufff, todo para ti. A mí ya no me maltratas. Hace ya un tiempo se fue contigo el ultimo susto por la falsa culpa. La ultima castaña. A mí ya no me haces daño. Te he visto. Y me gusta este camino mío…