El rodaje de "LOBOS DE ARGA" en Santiago de Compostela me tiene en un estado de irrealidad constante. Rodamos desde la tarde hasta las seis/siete de la madrugada. Duermo de día (aunque hay que comer, estudiar…) y vivo de noche.
Y nos vamos todo el equipo a los montes de la Galicia profunda, fría y frondosa. Allí, rodeado de especialistas vestidos de lobo y metido en situación junto a mis compañeros es todo, como digo, medio irreal. Galicia me parece mística.
Este frío en la noche, esta niebla, estos pueblos con sus propios mini cementerios, estas leyendas y sobretodo este Camino de Santiago donde nada más llegar (al Hotel Peregrino) nos fuimos a la Catedral a darle un abrazo al Santo Apóstol. Todo es místico.
Las horas que tengo libres son para comer, pasear por Santiago mientras repaso el texto y el tiempo de espera entre secuencias.
Creo que con este trabajo estoy cerrando una etapa profesional y personal. Y estoy muy feliz por ello. Disfrutar estos lobos (¡esto de matar lobos cada noche es muy catártico!) sabiendo que tengo ganas infinitas de abrir nuevas y creativas puertas.

Los tres amigos, sentados frente al... combo.
Gorka Otxoa y Carlos Areces, mis compañeros de viaje en "LOBOS DE ARGA".
El gorro de lana que acompaña a mi personaje en "LOBOS DE ARGA".